Transformando nuestro sistema de (in)justicia criminal

Las profundas disparidades en el sistema penal de nuestra nación no son nuevas. No son secretas. Para mí, son profundamente personales. Por años, los encargados de formular estas leyes, los defensores, y los miembros de la comunidad han sabido que nuestro sistema penal castiga desproporcionadamente a las familias de color, y sin embargo, hemos visto muy poco progreso en resolver estas desigualdades.

Las desastrosas consecuencias de la guerra contra las drogas, el encarcelamiento que resulta directamente de la imposición de bonos en efectivo y los altos costos de la corte, el incentivo perverso de la industria penitenciaria con fines de lucro – todas estas tragedias son producto de decisiones políticas que ha contribuido al desproporcionado encarcelamiento de personas de color.

Para abordar de una vez por todas el legado de estas políticas desiguales, es necesario desmantelar y completamente reimaginar nuestro sistema penal. Para reemplazar un sistema que es racista, xenófobo y que está fundamentalmente roto, debemos emprender un esfuerzo masivo para descarrilar y construir un sistema que se centre en los principios de poder compartido, libertad, seguridad, igualdad y dignidad humana.